Puerta del Diablo. Tupiza, Bolivia.

8 jun 2012

Quito, Ecuador. Mayo/2012

Llegamos a Quito desde Cuenca sabiendo que nos íbamos a hospedar en la casa de Amaranta. Nos contactamos con ella por intermedio de Couchsurfing (una red social en donde personas de todo el mundo se conectan para conocerse, buscar y dar hospedaje). Amaranta es Antropóloga e iluminadora de teatro. Una persona muy cordial y simpática que nos hizo sentir muy cómodxs en su casa, y con la cual compartimos profundas charlas y ricas comidas durante los 4 días que estuvimos en la ciudad.

Quito se encuentra a 2800 msnm, y como toda ciudad grande, ha perdido la tranquilidad y el silencio de sus calles, salvo en los barrios alejados del centro. Son demasiados transportes y muchas personas yendo de aquí para allá. Por otro lado, es hermoso poder apreciar el cerro Pichincha sobresaliendo del paisaje urbano, y caminar por las pintorescas calles del casco histórico. En la ciudad vistamos dos grandes parques bien cuidados como el Itchimbía y El Ejido. En el Itchimbía se encuentra un Centro Cultural con el mismo nombre (estructura de acero y vidrio del siglo XIX que originalmente era el Mercado Santa Clara) donde se realizan diversas actividades. Tiene caminos donde a veces hay exposiciones de pinturas y fotografías, y una vista panorámica de la ciudad. El Ejido se sitúa en el centro y es un lugar ideal para la recreación y el descanso. Allí habitan 1470 especies de plantas nativas. Alrededor de éste se encuentran algunas de las avenidas principales, y varios edificios del ámbito de la historia y la cultura de Ecuador, como por ejemplo, El Museo Nacional o Museo del Banco Central. Visitamos el mismo disfrutando de sus piezas arqueológicas (en Piedra, cerámica, oro, entre otros materiales) de las diferentes culturas indígenas del Ecuador desde la época precolombina. También hay secciones de arte colonial, republicano y contemporáneo.

Otro día visitamos La Capilla del Hombre, museo diseñado por el artista plástico Oswaldo Guayasamin, donde se pueden ver muchas de sus obras. Cuadros enormes, de varios metros de largo y ancho, divididos en 3 etapas: La primera es Huacayñan, (palabra quichua que significa El Camino del Llanto): una serie de 103 cuadros pintados después de recorrer Latinoamérica durante 2 años. La segunda es La Edad de la Ira, cuya temática son las guerras y la violencia, lo que el hombre hace en contra del hombre. La tercera es La Edad de la Ternura, serie que Guayasamín dedica a su madre y las madres del mundo; y en cuyos cuadros podemos apreciar colores más vivos que reflejan el amor y la ternura entre madres e hijxs, y la inocencia de lxs niñxs. La Capilla del Hombre cuenta además con esculturas y joyas diseñadas por el artista, y un sitio donde se realizaron excavaciones encontrando tumbas pre-incaicas con 2284 elementos cerámicos entre fragmentos y vasijas, justo el día del fallecimiento de Guayasamin (10 de marzo de 1999). En el jardín de su casa taller, se encuentra el “Árbol de la Vida”, sembrado y bautizado por él mismo. Por deseo de Guayasamín, bajo este árbol, fueron depositados sus restos en una vasija de barro. Desde allí se tiene una vista panorámica de Quito. Para nosotrxs, fue un sueño cumplido disfrutar en vivo y en directo de las obras de este gran artista.

De Cuenca partimos a Pasto, Colombia, para encontrarnos con Pilar (amiga de Cata) y varios integrantes de su familia, quienes nos hospedarían muy amablemente por algunos días.


Arco del Triunfo. Parque El Ejido

Iglesia San Francisco. Casco Histórico


Parque Ichimbía





Museo Nacional 

Acróbata. Cultura Chorrera


Representación de pez. Cultura Chorrera

Figura de madre. Cultura Chorrera


Coquero. Cultura Panzaleo

Felino Mítico. Cultura La Tolita

Máscara funeraria. Cultura La Cholita

Representación de tumba de Chamán. Cultura Pasto

Capilla del Hombre (parte externa)



Árbol de la Vida






Cuenca, Ecuador. Mayo/2012

Después de alguna indecisión sobre cual sería nuestro primer destino en Ecuador, finalmente optamos por ir a Cuenca. Teníamos buenas referencias sobre esta ciudad y además, Guayaquil, la otra posibilidad (por su cercanía con Máncora), pintaba como una ciudad demasiado grande teniendo en cuenta que después iríamos a Quito.
Cuando fuimos a comprar los pasajes, nos dimos cuenta de que no habría muchas opciones. No queríamos cruzar la frontera durante la noche y CIFA es la única empresa que hace el traslado al Ecuador desde Máncora durante el día.
El día siguiente, a las 10hs estábamos en el lugar desde donde saldría el bus. La persona que nos vendió el pasaje nos había dicho que tomaríamos un bus de Máncora a Tumbes (frontera con Ecuador) y luego cambiaríamos a otro de la misma calidad que nos llevaría a Cuenca. La primera sorpresa nada grata que tuvimos fue que el transporte hasta Tumbes no era un bus, sino una kombi que hacía el transporte cotidiano en el pueblo, contratada en el momento por los funcionarios de CIFA. No lo podíamos creer.

Una hora y media después de un viaje apretado y caluroso, llegamos a Tumbes. Al bajar cerca de la terminal de CIFA, tuvimos una segunda sorpresa nada grata que nos dejó bastante asustadxs. Dos hombres bien vestidos y con un auto se nos acercaron diciendo que trabajaban para CIFA y que nos acompañarían a tramitar los papeles en migraciones y luego nos llevarían a hacer la conexión con el otro bus. A mi (Cata) dicho abordaje me agarró desprevenida y por algunos instantes llegué a creer en estos hombres. Por suerte Javi se avivó y empezó a cuestionarlos. La calle estaba bien concurrida, había mucho ruido y el chofer de la kombi no nos había avisado nada sobre como seria el procedimiento para el cambio de buses en Tumbes. En medio de la confusión y de no saber bien qué hacer, un vendedor de la calle nos gritó que no le diéramos atención a lo que decían los dos tipos y que entráramos a la terminal. En ese instante nos dimos cuenta que se trataban de chorros que querían aprovecharse de nuestra desorientación para llevarnos en su auto y robarnos. Nos pusimos re nerviosxs y asustadxs. Además, nos indignamos con la negligencia de la empresa que poco cuidado tuvo con nosotrxs y con lxs pasajerxs en general. Incluso nos pareció haber connivencia con esta situación de tentativa de robo, la cual (todo indicaba) sucedía con frecuencia bajo sus narices.

Muy molestos y ante la ausencia de la gerente que pudiera escuchar nuestros reclamos, hicimos una denuncia por escrito con la esperanza de que alguna medida pueda ser tomada por parte de CIFA para que otrxs viajerxs no pasen por los mismos riesgos que nosotrxs.

Pasado este feo momento, seguimos para realizar los trámites de migraciones de Perú y Ecuador, que por suerte, transcurrieron sin ningún incidente.
Desde que cruzamos la frontera del Ecuador supimos que el tiempo que teníamos para conocerlo era insuficiente. Sería imposible conocer en profundidad este pequeño gran país en apenas 7 días. Su inmensa biodiversidad y cultura nos señalaba desde el principio que tendríamos que volver con mucho más tiempo para poder recorrer sus senderos desde la costa hasta la Amazonía. Solo teníamos esos días para cruzar el Ecuador por sus sierras, y llegar a Pasto (sur de Colombia) el 24/05, para encontrarnos con Pily, amiga pastusa de Cata.

Una característica muy marcada de la carretera que lleva desde la frontera del Ecuador hasta la Ciudad de Cuenca, es el monocultivo de banana y plátano. Hectáreas y más hectáreas de estas frutas para exportación, posiblemente la misma que se vende en las verdulerías de Bs. As. a un precio muy elevado.
Llegamos a cuenca cerca de las 18:30hs, exhaustos del viaje y con muchas ganas de encontrar un lugar para descansar. Sin haber conseguido previamente un hostel que nos convenciera, teníamos algunas opciones para llamar una vez llegados a la ciudad.

Ya en la terminal, se nos acercó un hombre ofreciendo un hospedaje más barato que los que habíamos averiguado. Aún medio asustadxs con lo que nos había pasado en Tumbes, desconfiamos de este hombre, temiendo que fuera un aprovechador. Luego de un rato de charla, nos relajamos y seguimos con él hasta el Hostel Capitolio, ubicado a unas cuadras del centro de Cuenca. Esa noche no dio para mucho, apenas para un buen baño, buscar algo rico para comer y descansar.

Al recorrer las cercanías para encontrar un lugar donde saciar el hambre, llegamos a un restaurante vegetariano muy bueno llamado El nuevo paraíso, al cual terminamos volviendo los 3 días que nos quedamos en Cuenca. Por un menú de US$ 1.80, se incluía una entrada (ensalada, mote), una sopa (de trigo, de avena, de verduras…), un plato principal (guiso de lentejas, tortilla de soya, bocadillo de plátano, etc.), y un jugo de frutas (mora, papaya, frutilla). Para nosotrxs, un hallazgo y un deleite…
El día siguiente fuimos a recorrer la ciudad, pasando como siempre por su plaza central, la cual nos cayó bien simpática con sus muchos árboles, flores y música ambiente. Cuenca está ubicada en el centro sur del Ecuador y es la capital de la provincia de Azuay. Tiene alrededor de 500 mil habitantes y un centro histórico muy bello de aspecto colonial, pero construido en gran parte ya en período republicano. Paseando por sus calles, nos llamó la atención las muchas intervenciones y pintadas de protesta que encontramos en sus paredes.









Más tarde fuimos al Museo de las Culturas Aborígenes, el cual cuenta con un acervo de más de 5000 piezas correspondientes a los muchos períodos de la historia indígena del Ecuador. Nos llevó tanto tiempo recorrerlo con detenimiento que al final del paseo ya casi oscurecía, por lo que fuimos tomando rumbo de vuelta al hostel, no sin antes tomar un rico cafecito con unas humitas típicas del lugar.













Al otro día recorrimos las Ruinas de Todos Santos, sitio arqueológico donde se hallan los vestigios del primer molino de la ciudad, anterior a la fundación española ocurrida en el 1557. Allí se plasman legados arquitectónicos de 3 diferentes culturas: un muro construido por los indios cañaris; otro muro de piedra almohadillada típico de la arquitectura inca; y el arco, técnica introducida por los españoles.

Muro incaico




Después de este paseo, fuimos al Parque Arqueológico de Pumapungo, donde se han conservado los vestigios del barrio de la Tomebamba Inka, construida sobre la Guapondélig Cañari. Las contribuciones de estas culturas, fusionadas con el tiempo, han dejado su huella en la zona de la Ciudad de Cuenca y su entorno.

El parque alberga también un jardín botánico que reúne una gran cantidad de árboles nativos y plantas medicinales, además de contar con una huerta de especies cultivadas tradicionalmente por diferentes grupos indígenas, y un orquidario. Un lugar muy agradable que constituye un espacio educativo alternativo en donde se desarrolla un programa de investigación y formación en arqueología. Lo único que no nos gustó para nada en Pumapungo, fue ver que el mismo tiene un aviario en donde viven encerrados y en exhibición, entre otros animales, águilas, papagayos y periquitos. Nos parece muy lamentable, más allá de cualquier pretexto o justificación, que se mantenga un animal enjaulado. Ya es tiempo que los seres humanos aprendamos que no somos mejores ni superiores a ningún otro ser vivo, apenas diferentes. En este sentido, ¿¡qué derecho tenemos de aprisionar animales para satisfacer nuestros intereses?! Para nosotrxs esto es despropósito y una crueldad muy grandes.



Terrazas de cultivo





Árbol de floripondio, planta sagrada y ceremonial alucinógena


Qurikancha o Templo Mayor


Durante la corta estadía en Cuenca, pensamos en ir al Parque Nacional de Cajas (una gran reserva natural a 30 km de la ciudad) sobre la que nos comentaron maravillas. Pero como llovía mucho y hacía mucho frío en aquella zona, decidimos no ir y aprovechar el poco tiempo que teníamos para recorrer un poco más los rincones de la ciudad. Cuenca nos pareció bonita y razonablemente tranquila. Fue un lindo primer encuentro con Ecuador, y una invitación a conocer sus senderos más profundos.