Puerta del Diablo. Tupiza, Bolivia.

15 ago 2012

...Y nos despedimos con el gusto del sueño hecho realidad y las ganas de volver a reencontrarnos pronto...

Por los senderos del Abya Yala, fueron muchas y diversas las experiencias. Las miradas llenas de enseñanzas. Nuestro viaje fué soñado con el corazón y la esperanza que nos empuja día a día en la construcción de una sociedad libre de explotación y amargura. Con rumbo norte en este inmenso sur, atravesamos quebradas, ríos, temores e incertidumbres. Comprobamos que las fronteras sólo sirven para dividirnos. Como nos dijo cierta vez un hermano originario, "Las fronteras son las cicatrices de la conquista". En cada abrazo compañerx renovamos nuestras energías para seguir caminando. Fueron 5 meses. Volvimos con el hermoso compromiso de ser cada vez más solidarixs, y de seguir recorriendo esta inmensa América profunda, sufrida, rebelde y fecunda.
 
Un abrazo grande, Cata y Javi

  


    


Bogotá, Colombia. Junio/2012

Ubicada en el centro de Colombia, parte del altiplano cundiboyacense, formación montañosa ubicada en la cordillera Oriental de los Andes. Es la tercer capital más alta en América del Sur (después de La Paz y Quito), a un promedio de más de 2600 MSNM. Posee una población de más de 7 millones de habitantes que la convierten en la ciudad más poblada del país, concentrando el poder político y económico, como ocurre en Argentina con la provincia de Bs.As.

Era la última ciudad que visitábamos en el viaje, y tantas personas, coches, tiendas, contaminación visual y sonora no nos motivaba tanto para recorrerla. Pero lxs amigxs por reencontrar, las ganas del abrazo, las charlas entre cafés y arepas y los sueños, nos lanzaron a las calles de esta gran ciudad.

Victoria (gran amiga de Cata de la Maestría de la UBA) y su marido Germán, nos hospedaron muy amablemente en su departamento. Nos sentimos muy cómodxs. Compartimos charlas amenas sobre la vida en Bogotá, en Colombia y Argentina. Pasamos un fin de semana en la casa de la Mamá y el Papá de Vic, disfrutando del jardín lleno de flores, plantas aromáticas y árboles frutales. Cosechamos lulo y tomate de árbol para deleitarnos con variados jugos exprimidos. Jugamos con lxs perrxs Matilde y Tango, hicimos fiaca a gusto. El silencio de aquella casa en Cota, a las afueras de Bogotá, invitaba a descansar el cuerpo y la mente. Un lujo en nuestra última etapa del viaje.

Museo del oro

Para ir al Museo del Oro tomamos el Transmilenio hasta la parada Museo del Oro en pleno centro de Bogotá, frente a la Plaza Bolívar. El museo cuenta con una exposición permanente dividida en cinco salas. Aprovechamos por un rato el servicio gratuito de guía que ofrecía el Museo para informarnos sobre las piezas en exposición. En esta primer sala apreciamos las piezas de oro, maravillas de los diversos pueblos originarios de Colombia. Estxs construían hermosos objetos como aros, collares, vasijas, máscaras funerarias entre otros. Dejamos a la guía y el grupo de visitantes, y seguimos recorriendo el museo por nuestra cuenta. Este fue inaugurado en 1968, y cuenta actualmente con alrededor de 1.479 objetos entre metales, orfebrería, textiles, piedra y cerámica de los sitios arqueológicos más variados de Colombia. Un deleite para nuestros ojos. El tiempo pasó volando.

Lo que no podemos olvidarnos, es que los pueblos originarios de nuestra América, ven en el oro al padre sol hecho metal. Creen que desde sus entrañas, Pachamama obsequia y comparte el mismo (también la plata, el cobre, y otrxs metales) con sus hijxs. Diferentemente, en las sociedades capitalistas el oro es sinónimo de poder, riqueza y ostentación. También de mega minería, contaminación y guerra. Pachamama se enferma por nuestra avaricia y crueldad. Aún estamos a tiempo de bajarnos del tren del consumo alienante y empezar a caminar "de las manos y descalzos" por los senderos de nuestra Abya Yala con amor y respeto. Empezar a descontaminarnos de tanta soberbia y estupidez.

Amigxs, reencuentros y flores

Los reencuentros tenían que seguir floreciendo en esta gran ciudad. Mónica es una amiga muy querida, y esperábamos ansiosxs volvernos a ver. Nos encontramos con Mónica en La Candelaria. Ella venía acompañada de una amiga con muy buena onda. Abrazos, sonrisas y charlas que iban de pasado a presente jugando con las palabras. Nos invitaron a almorzar a un restaurante japonés donde seguimos compartiendo sueños y anécdotas. Después fuimos recorrer La Candelaria, tomamos alguito fresco, y terminamos nuestro reencuentro con mucha alegría.

El día siguiente bien temprano a la mañana fuimos a recorrer el jardín botánico de Bogotá, un lugar enorme con una gran cantidad de plantas de diversas especies. La mañana pasó volando en el paseo entre cantos de pájaros y la visita a la huerta. Estábamos invitados a almorzar en la casa de la familia de Mónica, la cual nos recibió con el cariño tan característico de lxs colombianxs y con un menú vegetariano de los más sabrosos que probamos en el viaje. Entre charlas amenas e intercambios culturales, pudimos conocer un poco sobre la simpática familia de nuestra querida amiga Moni.

Otro encuentro también muy especial fue el que tuvimos con Rosana y Lisa en la casa de Vic, artífice de la juntada. Rosana y Lisa, como Vic son queridas amigas de Cata de la Maestría. Hacía mucho que no se veían, siendo grandes las ganas de una buena charla. Compartimos unas muy ricas pizzas artesanales que había encomendado Vic a un amigo suyo mientras contábamos sobre el viaje y escuchábamos sus relatos sobre sus experiencias de trabajo y su cotidianidad en Colombia.

El último día del viaje lo reservamos para encontrarnos con María Consuelo (otra querida amiga colombiana y compañera de trabajo de Cata) en la Universidad Nacional de Colombia. Recorrimos el inmenso predio que tiene la Universidad, charlamos de nuestro viaje, de la educación en Colombia y Argentina, de lo sufrido que son nuestros pueblos. Esta Universidad tiene una historia de lucha muy grande. Allí fue profesor y desarrolló varias actividades Camilo Torres, el cura guerrillero. Paredes como murales donde relucen los rostros de compañerxs que han luchado a lo largo y ancho de nuestra América profunda. Donde las palabras construyen mucho más que frases políticamente correctas. Después fuimos a almorzar juntxs a un restaurante de comidas típicas colombianas para seguir charlando. Nos despedimos con un gran abrazo, como el compromiso de volvernos a ver más temprano que tarde…

Saliendo de Universidad Nacional, fuimos al Museo Botero, el cual teníamos muchas ganas de conocer.Fernando Botero es un particular artista plástico colombiano de más ocho décadas de vida. Muchos años dedicado a fortalecer y profundizar esa (su) estética tan única, de personas, gatos, pájaros... seres vivos como figuras curiosamente coloridas. El universo de lxs gordxs. Si lo hermoso y lo armonioso para la pintura como parte de la sociedad es lo firme y lo delgado, Botero prefiere el despilfarro de muslos, cachetes y dedos "como chorizos" que nos hablan, tal vez, de tristezas vestidas de abundancia. Una metáfora voraz sobre lo que hicimos (y somos) de/en "nuestro" planeta tierra.

No sólo disfrutábamos de los lienzos del artista colombiano, también de otros íconos del arte contemporáneo: Picasso, Miró, Rodin, Degas, Monet, entre otrxs. Obras que forman parte de la colección personal de Botero. Desde finales de los años sesenta es coleccionista de arte. Piezas precolombinas, arte colonial, dibujo, pintura y escultura. Por iniciativa de Botero, en el año 2000 la colección llegó a Colombia. El artista donó una parte de la misma a la ciudad de Bogotá, y otra a Medellín (incluido el Parque Botero). Un placer recorrer el Museo que se encuentra en el popular y famoso barrio La Candelaria (centro histórico). Para finalizar esta crónica breve y pintoresca, un dato no menos importante: la entrada es libre y gratuita.

Fue una gran alegría y muy simbólico poder encontrarnos en este último día de viaje con Lunafro, compañera que tanto nos ayudó en este recorrido poniéndonos en contacto con compañerxs suyxs para intercambiar experiencias y hospedarnos. Frente al Museo Botero, nos encontramos ella. El abrazo fue grande y hermoso. Allí estaba Luna con su sonrisa, su energía y su luz. Fuimos caminando hasta encontrarnos con una amiga de ella y ahí nos enteramos que era su cumpleaños!! El último día de nuestro viaje el cumple de Luna. Encuentro, festejo y despedida. Así fue. Fuimos a ver un recital de tango en la escuela municipal de música. Tocaban Las Chifladas, un quinteto instrumental de vientos compuesto por cinco mujeres: tres porteñas y dos colombianas. Una muy buena su propuesta musical que disfrutamos al igual que las demás personas en un auditorio colmado. Después nos fuimos a tomar un café. Se sumaron Mónica, una amiga suya y su novio para seguir charlando. Por último, nos fuimos a un bar de música Cubana y Colombiana. Entre cervezas y cumbias, las palabras se multiplicaron como los caminos y los días. Pasaron las horas y llegó el momento de irnos para terminar de preparar nuestras mochilas para la vuelta a Buenos Aires. La emoción nos llenó el pecho y el alma a la hora de despedirnos de tan lindas personas…

Queremos agradecer muy especialmente a Vic y Germán, por su gran hospitalidad y cariño para hacernos pasar tan lindos momentos en nuestra estadía en Bogotá…Las charlas, comidas y paseos que hicimos juntxs fueron inolvidables.




Vic, Cata y Germán

Cata y Vic


Jardín de la casa de los papás de Vic en Cota

Javi y Tango

Matilde

Tomate de Árbol


Arbol de lulo






Museo del Oro















Jardín Botánico









Universidad Nacional de Colombia




Consu y Cata

Museo Botero






Despedida!!!

Izq. a der.: Luna, Cata y Mónica

Cata, Luna y Javi







Medellín, Departamento de Antioquia, Colombia. Junio/2012

Fue con mucha felicidad que llegamos a Medellín después de la breve estadía en Manizales, al final allí nos esperaba nuestra querida amiga Pily, a quien ya habíamos encontrado en Pasto, en la casa de sus padres.

El viaje desde Manizales fue tranquilo, cruzando por la ciudad de Cali, a la cual decidimos no ir. Arribamos a Medellín a la noche y, tras pegarle una llamada a Pily, nos dirigimos en taxi hasta su casa, en el barrio de Calazans, cerca de la estación Floresta del Metro. Pily y su sobrina Marianella, nos esperaban cariñosamente con una pizza para el reencuentro y la charla, que sucedieron durante la noche, mientras les íbamos contando sobre todo lo que nos había sucedido en el camino entre Pasto y Medellín.

Al día siguiente Pily tendría que salir a trabajar y nosotrxs lo que más queríamos era un tiempo de descanso en su casita, para relajar y también para subir al blog las informaciones de Quito. Así fue que nos despedimos esa noche con la tranquilad de sabernos en casa y la felicidad de un merecido sosiego en el cuarto que nos había preparado Pily.

Habíamos combinado que Pily nos llevaría a conocer algunos lugares de Medellín y sus alrededores. Fue así que el sábado temprano fuimos al Parque Arví, un parque natural ecológico destinado al ecoturismo en donde hay senderos para caminatas y la práctica de deportes, así como también propuestas de educación ambiental para niñxs. Para llegar al Parque Arví nos tomamos el llamado metrocable, una sistema de transporte vía cable (que funciona complementariamente al metro y que empezó a funcionar en 2010). Según nos comentaban Pily y otrxs paisas que conocimos, el metrocable fue beneficioso del punto de vista de ampliar la posibilidad de transporte para la población que vivía en las faldas de los cerros, reduciendo la marginación social a que estaban sometidas las poblaciones de estos barrios.

Nos gustó que justo a la entrada del parque hubiera una feria en donde los/as campesinos/as que cultivan en los terrenos linderos al mismo, pudiesen exponer y vender sus productos como frutas y verduras, y diversas comidas elaboradas por ellos/as.

Después de nuestro paseo en el Parque Arví fuimos a Santa Helena, uno de los 5 corregimientos (divisiones de la zona rural) de la ciudad de Medellín, a unos 20km de ésta. Llegamos con un sueño tremendo y decidimos echarnos en el pasto de la plaza mientras hacíamos la digestión y esperábamos la llegada de Mile (amiga y compañera de trabajo de Pily) y otra amiga de ellas.

Un poco más tarde, en esta misma plaza, se realizaba un evento cultural en donde se presentaron grupos de baile y música tradicionales. También compartió su arte una asociación de silleterxs, personajes tradicionales de esta región. Lxs silleteros son campesinxs que de hace varias generaciones crean y construyen las llamadas silletas, un trabajo artesanal elaborado con flores con las cuales se dibujan paisajes, retratos y mensajes. Dicho trabajo, antes de hacerse conocido y convertirse en un símbolo de Santa Helena, era realizado por lxs campesinxs para transportar flores para vender o adornar las iglesias. En el mes de agosto se realiza el concurrido Desfile de Silleteros por las principales avenidas de la ciudad de Medellín.Con el caer de la tarde, el frió empezó a hacerse presente.El día no podría ser completo sino disfrutáramos de unas arepas cocinadas a la leña en el bar de Doña Rosa, lugar muy frecuentado por nuestras anfitrionas. Después de darnos este gusto tan especial, nos fuimos a la casa satisfechos y contentos.

El otro día no descansamos, el sobrino de Pily Hugo Andrés nos pasó a recoger para que fuéramos a conocer el Peñol, un monolito de 200 metros de altura localizado en el municipio de igual nombre, que queda a más o menos una hora de Medellín. El monolito como tal es imponente, muy bonito. Pero cuando nos acercamos entendimos que se trataba de un emprendimiento turístico de gran escala, administrado por un grupo privado, y como tal, con intenciones claramente lucrativas. Por esta razón no era increíble que el valor de la subida a la piedra fuera de 10000 pesos colombianos, aproximadamente 25 pesos argentinos. A todxs nos causó malestar el valor cobrado pero teniendo en cuenta que ya estábamos allí en un paseo colectivo, decidimos subir.

Como es sabido y nos reiteró Hugo Andrés, para la construcción del embalse Peñol-Guatapé, el pueblo fue demolido y sumergido y posteriormente reconstruido. Más allá de las imágenes que no reflejan la destrucción que implicó el proceso, y conociendo cómo suelen implementarse los debates y las negociaciones para la construcción de las grandes obras en nuestros países, nos quedamos imaginando las consecuencias crueles y las pérdidas inevitables que sufrieron los pobladores en los idos años 70 y su prolongación hasta la actualidad.

Para nuestro deleite, este día se presentó soleado y hermoso. Al bajarnos de la piedra, nos sentamos en un restaurante para saciar el hambre que ya se hacía presente. Este día terminó en la casa de Pily con pochoclo y sesión de cine latino-americano. El baño del Papa, película uruguaya, fue la elegida.

El día siguiente, feriado en el país, aprovechamos para descansar un rato y luego ir a conocer el Pueblo Paisa, una especie de réplica de un típico pueblo paisa de antaño, situado en la cumbre de un cerro.

Durantes los otros 3 días que estuvimos en Medellín, aprovechamos para conocer algunos de sus sitios como la Universidad de Antioquia, el Jardín Botánico, y la Plaza Botero. También estuvimos en la sede de Cinde (Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano), lugar de trabajo de Pily Mile y Hernán (novio de Pily), que funciona en una casona antigua cercada por muchas, plantas, flores y árboles frutales. No faltaron encuentros a la mesa, patacones artesanales, hogaos, guacamoles, tortillas y otras ricuras preparadas con el intuito de compartir el momento tan especial.

Una cosa que nos llamó la atención en Medellín fue la desigualdad social, explicita y contundente. Extensos barrios extremamente pobres se ven por donde uno mira, fruto en cierta parte del proceso de urbanización improvisada y precaria a que se vieron impelidos los/as migrantes expulsados/as del campo por el desempleo y la violencia causada por el conflicto armado.

Las tensas y desiguales relaciones sociales también se vislumbran en las llamadas fronteras invisibles, escenarios de muerte trazados por bandas criminales ligadas al narcotráfico que disputan el control del territorio, el negocio del narcotráfico y la cooptación de jóvenes para sus actividades ilícitas. Los miembros de estos grupos rivales, pero también cualquier persona que cruce estas fronteras invisibles creadas por estas bandas corren peligro de muerte.

Más allá de estas crudas realidades a la que unx nunca es ajeno ni insensible, fue muy lindo escuchar las peripecias de nuestra querida Pily, quien cuando volvió de Buenos Aires a fines de 2008, sin rumbo cierto, se aventuró a ir a Medellín para intentar la vida allí y hoy está muy feliz con su trabajo, además de haber conocido a su compañero con quien está construyendo un futuro lleno de presentes.

Nos sentimos tan cómodxs con Pily y Marianella en su hogar que nos costó seguir adelante hacia nuestro último destino en este viaje: Bogotá. Claro que influía en dicha “resistencia” el temor de encontrarse con una ciudad demasiado grande para nuestras energías de fin de viaje...Pero tomamos aliento y seguimos, porque sabíamos que también nos esperaban allí queridxs amigxs que hacía mucho no veíamos, y que seguro amortiguarían el choque de llegar a una ciudad tan gigante.

Parque Arví
Santa Helena





Armado participativo de las silletas




 Peñol

Embalse Peñol Guatapé


El Peñol



De izq. a der.: Cata, Hernán, Pily y Hugo Andrés


Jardín Botanico





Javi, Marianela y Pily. A la mesa, compartiendo unas ricas minutas del duende