Saliendo de Trujillo nos fuimos a Máncora, una playa al norte de Perú localizada en el departamento de Piura, muy cerca de la frontera con Ecuador. Sabíamos que era un lugar concurrido por su belleza, pero contábamos que, siendo temporada baja, no sería complicado conseguir un hospedaje accesible y podríamos disfrutar, tranquilxs, algunos días en aquel lugar. Teníamos ganas de conocer una linda playa del Pacífico, ya que las que visitamos en Ica, no fueron tan especiales, además de estar bastante sucias.
Así fue que tomamos el bus a la media noche en Trujillo con destino a Piura. El viaje fue tranquilo y antes de las 7 am ya estábamos por allí. Tomamos nuestro tiempo para averiguar el medio de transporte más económico, y una vez con esta información, partimos rumbo a Máncora, en un viaje que duró casi 4horas.
La primera impresión que tuvimos del pueblo fue la explicita desigualdad social. De un lado de la carretera que lo divide, y en las zonas más alejadas de la playa, casas muy humildes hechas de adobe con material a la vista. Asimismo, a medida que nos acercamos a la playa, se ve una cantidad grande de emprendimientos hoteleros y restaurantes de lujo. En realidad este escenario no tenía nada de novedoso, lo conocemos bien en toda América Latina. Nos quedamos imaginando la posibilidad de la comunidad organizada poniendo límites a la gran usura capitalista a través de la autogestión y la planificación para otro tipo de turismo, pero una de las primeras experiencias que tuvimos nos reveló que esta perspectiva estaba bastante lejos de ponerse en práctica. Dos hombres que trabajaban con moto-taxi diputaban y discutían para definir quien nos iba a llevar hasta la zona de alojamientos, traslado que costaría tan solo un sol peruano.
Máncora nos sorprendió por la belleza de sus atardeceres en principio de color amarillo maracuyá y luego anaranjados como la lúcuma. Nos quedamos maravillados apreciando la belleza y desenvoltura con que pelícanos y gaviotas volaban al ras de las olas o un poco más arriba de ellas, para luego dejarse caer de pico al agua para atrapar los pececitos desprevenidos. El vuelo sincronizado de estas aves y su increíble capacidad de sostenerse en el aire sin batir las alas, es algo fascinante.
Supimos después charlando con un personal de seguridad que hacia turno en las zonas más alejadas de la playa, que varias aves de esta región del Perú están muriéndose a raíz de la escasez de alimentos causada por la alteración de la temperatura de las aguas por el cambio climático. Semanas antes habíamos visto la noticia de la muerte de centenas de delfines sin que la principal causa haya podido definirse todavía. El gobierno la atribuye a un virus y las organizaciones ecologistas a las exploraciones petrolíferas realizadas en esa zona.
Fueron 3 días en Máncora en los cuales aprovechamos para conectarnos con la Pachamama, purificarnos y fortalecernos al tirarnos de lleno en los brazos de Yemanjá. ¡Viva el sincretismo y las fuerzas de la naturaleza!
Máncora nos sorprendió por la belleza de sus atardeceres en principio de color amarillo maracuyá y luego anaranjados como la lúcuma. Nos quedamos maravillados apreciando la belleza y desenvoltura con que pelícanos y gaviotas volaban al ras de las olas o un poco más arriba de ellas, para luego dejarse caer de pico al agua para atrapar los pececitos desprevenidos. El vuelo sincronizado de estas aves y su increíble capacidad de sostenerse en el aire sin batir las alas, es algo fascinante.
Supimos después charlando con un personal de seguridad que hacia turno en las zonas más alejadas de la playa, que varias aves de esta región del Perú están muriéndose a raíz de la escasez de alimentos causada por la alteración de la temperatura de las aguas por el cambio climático. Semanas antes habíamos visto la noticia de la muerte de centenas de delfines sin que la principal causa haya podido definirse todavía. El gobierno la atribuye a un virus y las organizaciones ecologistas a las exploraciones petrolíferas realizadas en esa zona.
Fueron 3 días en Máncora en los cuales aprovechamos para conectarnos con la Pachamama, purificarnos y fortalecernos al tirarnos de lleno en los brazos de Yemanjá. ¡Viva el sincretismo y las fuerzas de la naturaleza!